Las amenazas cibernéticas originadas en Rusia están alcanzando nuevos niveles de sofisticación y alcance. Tanto los grupos criminales como los actores respaldados por el estado están implicados en actividades cibernéticas maliciosas, como espionaje, ransomware y campañas de desinformación. Estos actores han explotado vulnerabilidades en sistemas de software para obtener acceso no autorizado, extraer datos confidenciales y llevar a cabo ataques de denegación de servicio (DDoS) contra infraestructuras críticas, con objetivos que van desde la desestabilización política hasta el robo de información valiosa.
Se destaca el uso de técnicas avanzadas de phishing y el desarrollo de malware altamente sofisticado para evadir las medidas de seguridad convencionales. Las organizaciones y gobiernos están respondiendo a estas amenazas mediante el fortalecimiento de sus estrategias de ciberseguridad, la cooperación internacional y la promoción de buenas prácticas en línea.